miércoles, 1 de diciembre de 2010

Dando un largo paseo hasta la casa de Juanito el de los rododendros

... Despacio, despacio, dando un largo paseo hasta la casa de Juanito el de los rodondendros ¿Lo ves o no lo ves? nunca hemos hablado de nuestros paseos hasta la casa de nuestro gran amigo, ésta es una oportunidad que no se puede dejar escapar.


Siempre es pertinente sacar la lupa, que nos dejó en herencia nuestro amigo Sherlock Holmes, para observar cualquier tema o detalle que toque o roce a Juanito el de los Rododendros.  A saber, sabemos que su casa se sitúa en Australia y que resulta extraño que sigamos manteniendo un hábito de huida o resguardo en su casa de cualquier tormenta, estando tan lejos, pero así es Juanito y lo cierto es que su casa, a pesar de estar tan lejos, sin embargo, abre caminos desde cualquier parte del universo para que llegues directamente hasta su puerta. A ella hemos llegado bajando la escalera que hay desde la luna, hemos tomado aviones sin hacer si quiera la maleta y llegas a ella despacio, despacio, despacio para encontrar una bienvenida que termina convirtiendo cualquier situación que nos cause molestia en un encuentro venturoso que trae consuelo y charla magnífica que traen amigos nuevos pero que ya conoces de viejo. 


En esa casa, nunca estás expuesto a la crítica y las situaciones que deberían causar en ti cierto tipo de sorpresas, no despiertan más que naturalidad de acciones y conversaciones abundantes que recuerdan aguas que se encuentran. Si bien, allí encontramos al Rey Arturo, no podemos dejar en el tintero, que hasta Amadis de Gaula, tiene reposo en esa casa donde ninguno levanta sospechas vistiendo ropajes de edades viejas o teniendo hábitos twitteros. 


Si a esa casa llegas desde todas partes, es inevitable preguntar como son los paseos que te llevan hasta su puerta. Si bien, podemos adivinar que la entrada tiene un hermoso paisaje repleto de rododendros, que obligan al silencio para contemplar la belleza del baile de colores en plena naturaleza, también debemos contar que los caminos previos muestran senderos que se llenan de dudas, ante conflictos que tu persona agarra a contrapelo, cuando tus acciones provocan conflictos externos. 


Siendo un lugar de absoluto reposo y encuentros satisfactorios, tomas la decisión de ir justo cuando las cosas en el campo de juego toman un cariz que llama al reproche interno o externo para que piten el final del partido en que andas explorando diversión a tope y reclamar reglas que convertirán los siguientes minutos del juego en un espacio de agobios extremos.


Elegir llegar a casa de Juanito el de los Rododendros, es elegir encontrar las partes que andaban divididas para volver a unirlas de nuevo. Quien emprende el camino que va a casa de Juanito, sabe que de allí saldrás siendo más completo, así que ahora se entiende porque el paseo es despacio, despacio, despacio para terminar eligiendo salir de allí para volver a vivir aventuras sin los temores que antes se habían despertado.  A casa de Juanito, puedes llegar con dos actitudes, la que desesperado busca consuelo o la que huye de problemas y elige encontrar solución en el silencio, pero siempre llegas despacio, despacio, despacio primero aterrorizado de tropezar con algún obstáculo y luego maravillado de la belleza de un paisaje salido de los mismos sueños.


Si tu no crees tener un amigo que se llame Juanito, que viva en Australia y que plante rododendros, te sugiero que busques entre los que se llaman Juan, le encuentres un trabajo increíble en Australia y le susurres que te encantaría que plantara rododendros alrededor de su nueva casa. 


Aunque yo lo que sospecho es que todos tenemos un amigo que se llama Juanito, que planta rododendros alrededor de su casa y que vive en Australia a no más de un sofoco y medio.

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